Primero quién, después qué

Transitábamos la primera decena del nuevo siglo, y en la organización estábamos inmersos en un proceso de cambios, que incluía modificaciones al modelo de negocios, implementación de nuevos procedimientos, rediseño de la estructura operativa, etc. Y cuando estos fenómenos ocurren, surgen el: ¿Qué?, ¿Cómo?,¿Con Quién?
Sabiendo de mi vocación lectora en la búsqueda de información para la obtención de conceptos y experiencias, que pudieran ser aplicables a nuestra empresa, mi jefe (WY), muy lector, me regale el libro "EMPRESAS QUE SOBRESALEN" de Jim Collins.
Si bien todos los capítulos del libro son muy interesantes y llevan a una profunda reflexión sobre lo que hacemos a diario en nuestras empresas, hubo uno en particular que me marco, para lo que sería a posteriori toda mi vida profesional y empresaria. Me refiero al capítulo que se titula: "Primero quién, después qué".
En primero quién, después qué, Collins, expuso que en su trabajo de investigación encontraron que los líderes que iniciaron transformaciones de buenas a sobresalientes no empezaron por resolver adónde dirigir el autobús, para luego conseguir quiénes lo llevaran allá. Se dijeron más o menos: "Yo no sé adónde llevar este autobús; pero lo que sí sé es que si llevamos personas competentes y las ponemos en los puestos adecuados y sacamos a los incompetentes, podremos pensar en algún gran lugar adonde dirigirnos".
A lo largo de mi trayectoria, había comprobado que no contar con los recursos humanos con competencia suficiente en los lugares requeridos, por más que tuviéramos manuales, procedimientos, horas de capacitación, seguimiento de las tareas, no alcanzaba para lograr resultados de excelencia.
Otro punto importante para determinar quiénes son los mejores, en la investigación de Collins, fue que se otorgaba más peso a los atributos del carácter que a los antecedentes específicos de educación, conocimientos especializados o experiencia de trabajo. No es que estos últimos no sean importantes, pero se pueden enseñar (O aprender), mientras que aspectos como el carácter se encuentran más arraigadas en las personas.
En esta cuestión, también lograba una identificación con mi pensamiento: Cada vez que necesitaba contratar a un colaborador, buscaba alguien con una base de conocimiento, y le decía: Vos pone ganas, pasión y compromiso con el resultado, que te acompaño en el aprendizaje de la tarea.
"El primero quién, después qué", puso luz a mis ideas, y resultó un faro que guiaría en adelante a mi gestión.
Cuando tomé la decisión de emprender "Fundo Noemiro", la elección de mi actual socio estuvo basada, en una base de sus conocimientos de ventas y logística, pero fundamentalmente fue su "Pasión por Emprender".
Luego, seguimos la misma lógica en la búsqueda de cada uno de los colaboradores. A medida que avanzábamos en la construcción de nuestra estructura requerida escribíamos nuestros procedimientos de cada proceso, pero solo fue posible trabajar en cada uno de ellos en forma eficiente, cuando encontramos el quién.
Fundo Noemiro, es una pyme, con recursos limitados, por lo tanto, no resultó una tarea sencilla encontrar el quién. Nos llevó tiempo, esfuerzo, hicimos prueba y error, nos equivocamos, cambiamos. Hoy, luego de 5 años, podemos decir con orgullo que contamos con una organización que cada integrante disfruta de su puesto, realiza su trabajo con pasión, y se encuentra comprometido con los objetivos de la empresa.
En algún momento, seguramente hemos tenido en el autobús alguien que no reunía las competencias necesarias. Sin embargo, esperamos, le damos una oportunidad de mejora, invertimos tiempo en generar dispositivos para suplir su falta de competencia, y no tomamos la decisión de bajarlo esperando que mejore. Es un grave error, porque genera más valor desarrollar y trabajar con capaces, que invertir en tratar de convertir a incapaces.
Para ir terminando, los invito a revisar si tenemos los quién adecuados, y si debe actuar: ACTUE YA.
Hasta la próxima
Reinaldo